Reflexiones de un mexicano sobre la independencia catalana

Durante los últimos días he reflexionado mucho sobre el proceso de independencia catalana. Las resumo en diez puntos.

  1. Desde la universidad, el nacionalismo es un tema que me ha interesado. Mi tesis de licenciatura en Ciencia Política fue justamente sobre este tema. En mi propia formulación teórica hablaba de “micronacionalismos”, algo que otros autores que leí después definieron como “etnonacionalismo”. Es decir, entender el nacionalismo no como algo delimitado por los entes persona – estado – territorio, sino por algo mucho más simple y poderoso: la identidad.
  2. En 1995 conocí una catalana, Ada Ferrer-i-Carbonell, quien es una de mis mejores amigas hasta la fecha. A través de ella supe que había un partido llamado “Esquerra” (Esquerra Republicana de Catalunya), que la fiesta de Catalunya es el 11 de septiembre (recuerdo que me dijo en perfecto mexicano: “sólo nosotros celebramos el día que nos chingaron”) y que era independentista pero que no valía la pena hacer una guerra para independizarse de España. Al conocer a sus padres supe que no tenían el más mínimo interés de conocer Madrid. Cuando conviví con ellos en Sabadell me hablaban en catalán y yo contestaba en castellano, escena típica de la convivencia catalana y española. Los Ferrer-i-Carbonell son claramente el retrato de una de las decenas de miles de familias que se están manifestando en contra de su pertenencia a España.
  3. Lo cortés no quita lo valiente. Lo etnonacionalista no quita lo globalizador. Ser catalán (o bretón, o escocés, o corso, etc.) no quita lo Europeo y para muchos no quita lo español. Se puede tener varias identidades nacionalistas en sus distintas escalas, incluyendo la barrial. Claramente los que pugnan por la independencia no se identifican con España, no sé si esto es circunstancial o al final de cuentas la Península Ibérica debería mostrarse como un espacio de convivencia plurinacional, es decir, que la región construya ciertos lazos tanto de identidad como cooperativos.
  4. La independencia catalana significa un debilitamiento geopolítico de España, sin duda, pero esto se debe a la absoluta falta de visión española. La liga está tensada y por un lado es imposible que Mariano Rajoy gobierne Catalunya. Ya pueden aplicar el 155 (el artículo constitucional que permite reconstituir los poderes locales) que los catalanes independentistas (la mitad, al menos, de la población de Catalunya) seguirán resistiéndose a la dominación española.
  5. En la miopía del jefe del Estado, los intentos independentistas deben cejar porque el estado español no está a discusión. Lo que en resumen ha hecho el rey es demostrar que todo el régimen de autonomías españolas es una vacilada porque España no es la unión (como en teoría ocurre en las repúblicas federales como la nuestra) de las 17 autonomías, sino el Señorío de un tipo que lleva 50 años de mantenido, y que el día que tenía que demostrar para qué está allí, lo único que hizo fue defender su trabajo y no el Estado que representa.
  6. Visto desde los ojos de los catalanes pro–España la independencia los deja vulnerables, y es probable que cuando se concrete muchos huyan al país con el que se identifican, es decir, España. De nuevo, la desgracia de que al rey sólo le preocupe España como SU feudo y no como el Estado que representa esfuma cualquier solución que cuide de los catalanes pro-España en un proceso de independencia.
  7. España se tiene que defender y Catalunya también. Eso hace el proceso difícil, lo que me sorprende es que nadie ponga sobre la mesa una solución intermedia (decir “nadie” es una exageración, en realidad ha sido una postura tímida de los socialistas españoles: la confederación). España y Catalunya se necesitan y se necesitarán En este momento la separación es un proceso doloroso para España y victorioso para Catalunya, lo que puede hacer mucho más largo el camino, aunado a que otros países europeos podrían estar preocupados (por geopolítica o por sus propios procesos nacionalistas) y retrasar el reconocimiento oficial.
  8. Lo que yo veo es un punto de no retorno: la forma en que la población se enfrentó a la policía (Guardia Civil), el éxito del referéndum (así se carezca del proceso de custodia del voto que demuestre que realmente más de la mitad de los ciudadanos quieren la independencia), la resistencia civil y pacífica, las manifestaciones, etc. Creer que el origen de esta independencia es reciente es ridículo, creer que es un tema meramente fiscal, también lo es. Esto es claramente un tema de identidades, y España una y otra vez desdeña las identidades regionales, no sólo la catalana.
  9. Vean el discurso del rey de hace unos días e imagínense que es Donald Trump defendiendo el muro ¿hay un ápice de empatía entre el emisor del mensaje (Rey/Trump), el mensaje (estado español/muro) y el receptor (catalanes/mexicanos)? Claramente no, porque el verdadero destinatario del mensaje es el convencido de que España no debe dividirse (o cuando Trump habla del muro no le habla a México sino a la derecha estadounidense). Que Mariano Rajoy juegue al policía facha es congruente con su filiación política. Que el rey hable hacia los españoles como si estuviera hablando con los catalanes sólo tiene un propósito: mostrarse fuerte cuando, de hecho, está más débil que su padre cazando elefantes.
  10. Catalunya ha puesto en jaque algo más que la soberanía española: ha puesto en jaque la corona. Donde haya una voz fuerte y respetada que proponga un nuevo pacto entre España y las autonomías, a cambio de que España se vuelva una república, ALGUIEN tendrá que buscar trabajo. La única forma que veo para que Catalunya permanezca en España es esa: una república y una discusión sobre los grados de independencia y los grados de cooperación mutua.

Por último, saquémonos de la cabeza eso que nos enseñaron en la escuela “nación es igual a población, territorio y estado”. Nación es identidad: se puede ser parte de una nación galega, catalana, vasca, andaluza, castellana, aragonesa, etc., y a la vez pertenecer a la nación española. Se puede hablar de estados plurinacionales, cuando nos saquemos eso de la cabeza, veremos que el conflicto catalán no es grave, no es nazi, y además tiene solución, buscando ganar–ganar para Catalunya y para España … lástima que el becario del Palacio de la Zarzuela no lo pueda ver así.