La solución está en la raíz

Conocí a Arne Sidney Aus den Ruthen Haag en 2003. Fue motivación propia. Un miércoles ciudadano me presenté a platicar con él con ese argumento: lo quiero conocer. Le quedaban pocas semanas como Jefe Delegacional, pero era sin duda un referente de buen gobierno, honestidad y empuje para transformar las cosas. Le comenté que había perdido las elecciones para diputado local y él me enlistó una serie interminable de tareas que debía hacer para seguir adelante en política. Parecía una máquina incansable.

Años más tarde, en 2009, él me buscó. Había dado con mi blog megablógolis, y le habían hablado de mí, como alguien que siempre está pensando en mejorar la ciudad. Platicamos un rato del movimiento que quería lanzar, un movimiento que en ese momento no tenía nombre, pero que meses después adoptaría un nombre espantoso: “Movimiento Tú” o “MOTU”. Era, notoriamente, la base de sus aspiraciones a Jefe de Gobierno.

Con el MOTU tuvimos dos encerronas. Una de ellas en el Centro Carsolio de Villa Alpina, y otro en Picocanoa, Veracruz. Nos estábamos organizando de manera temática y territorial. Por semanas, Margarita Martínez Fischer, Alfonso Tamés, entre otros nos estuvimos reuniendo a discutir largamente nuestro concepto de ciudad. Me sirvió muchísimo, en lo personal, discutir, rebatir, argumentar y modificar posiciones a partir de nuestros encuentros semanales.

Estaba entusiasmado con la idea de detonar una candidatura provocadora que sacudiera al PAN, aunque al mismo tiempo estaba ya fastidiado de militar en ese partido, y de hecho deserté a mediados de 2010. En abril de 2011, de manera sorpresiva, Arne renunció a la posibilidad de ser candidato a Jefe de Gobierno, al PAN y al movimiento que encabezaba. Todos nos sentimos abandonados y traicionados, pero el cariño y la admiración hacia Arne lo salvó de los jitomatazos que hoy promueve. Uno o dos días después nos reunimos en el despacho de Fernando Pérez Noriega a escuchar sus razones y expresar nuestros reclamos. Hubo lágrimas y emociones muy fuertes. Las palabras más sensatas, me parece, las dijo el propio Pérez Noriega: “Qué bueno que renunciaste ahora …”

Uno de los legados conceptuales del MOTU en algunos de los que participamos es el “Método Zuma … la solución está en la raíz”. Este método está orientado a identificar la causa raíz de los problemas. Este video fue producido por el propio Arne para promocionar el método Zuma:

El método consiste en las siguientes etapas:

  1. Una buena definición del problema
  2. Identificación de la causa del problema
  3. Identificación de las causas previas del problema, hasta dar con la raíz del problema

El método, a su vez, parte de que tendemos a definir mal los problemas, o atender causas superficiales y no causas primarias.

Desde que Arne se asumió como City Manager de la Delegación Miguel Hidalgo he tratado de ver sus acciones en la lógica de atacar la causa raíz. Todo parece indicar, en su análisis, que la causa raíz que hay que atacar es la falta de cultura ciudadana. Todo. Desde la primera persona denunciada porque no se quiso llevar la basura que había abandonado en un lugar indebido, hasta los jitomatazos a César Camacho Quiroz, Arne ha tratado de calibrar una conducta ciudadana.

En el marco del MOTU se produjeron también cuatro videos cortos que tratan de detonar la reflexión sobre las conductas ciudadanas. La producción de estos videos dice mucho de la fuerza que Arne impone al tema de cultura ciudadana:

Conforme Arne se radicaliza percibo mayor distancia entre sus acciones y las mías. Como agravante, ahora en la Autoridad del Espacio Público me veo obligado a la mesura, lo que acendra la distancia, pero sin duda refuerza la reflexión. Mi timeline de tuiter se ha llenado de críticas, algunas fundadas, pero muchas otras, la mayoría, son sólo el reflejo de una distancia entre ciudadanía y gobierno. Hay reclamos estériles por cosas que no puedo atender, hay insultos, hay la percepción de que hay un lado de la luz (“ciudadanía”) y un lado obscuro (“gobierno”). Dialéctica de Telenovela (en las telenovelas no hay dialéctica en realidad, sólo destrucción de una verdad frente a otra).

Algunos días encuentro más insultos que críticas con las que se pueda dialogar. Persona que me insulta, persona que bloqueo. Pero es difícil promover un cambio en el gobierno si los ciudadanos simplifican el discurso de una manera tan personalizada: “eres mi empleado y me debes obedecer”. Hay misiones, no vasallajes. El funcionario también es ciudadano, sea bueno o malo, honesto o deshonesto. El insulto es un juicio demasiado ligero que no construye, que no genera posibilidades de transformación … lo mismo que un jitomatazo.

Disfruté, como millones, el zapatazo a George Bush. Se lo merecía. Donald Trump merece un jitomatazo (por cada mexicano). También Enrique Peña. ¿Hacemos una lista? Al final encontraremos una relativización de los villanos. ¿Cuál es el problema con Camacho Quiroz, sus relojes o el bono de fin de año? El jitomatazo generó simpatía  de muchos, pero también unidad en torno a Camacho Quiroz, quien no entiende lo ofensivo que resulta la frivolidad de algunos políticos luciendo relojes que valen cientos de miles de pesos. En la agenda de @jitomatazomx, devolver el bono navideño es estratégico para la transformación del país. ¿Será?

Hace unos días publiqué aquí mismo mi simpatía con el encarecimiento de la gasolina … ¿no debería ser linchado o sometido a jitomatazos? En la lógica de Arne, seguramente no, pero en la lógica de otras personas tal vez sí, o tal vez encontrarán en mi ser, en mi discurso o en mi desempeño causas suficientes para ser atacado con jitomates, huevos o zapatos. Y como yo, muchos.

Esta no es la ruta. Vuelvo: la solución está en la raíz, no en el jitomate. Arne Aus den Ruthen es una persona impresionante, brillante, quien lo conozca bien sabe de sus capacidades. En lo personal, admiración y cariño; pero en la lucha por una mejor sociedad no encuentro que la obsesión por los bienes mostrencos pueda detonar esta transformación. El tema de los jitomatazos me refuerza este diálogo inexistente entre gobierno y sociedad, entre política y ciudadanía, creo que detona un mensaje equivocado: jitomatazo a los políticos por ser políticos, no por su bono, no por la riqueza malhabida de algunos de ellos, sino por ser políticos.

Creo que nuestra sociedad necesita años de inercia positiva en donde tener éxito sea más fácil sin necesidad de corromper o corromperse. Esa es la causa raíz que encuentro: casi medio siglo de incertidumbre. Hay demasiados incentivos al pragmatismo y pocos para actuar apegado a principios. No pasará lo mismo en una bonanza. No es fácil, porque el futuro inmediato no es promisorio.

¿Cuál es esa o esas causas raíz que debemos atender para ser una mejor sociedad? No es el bono de los diputados, no son los relojes lujosos de Camacho Quiroz y otros políticos. Anda por el lado del respeto, de la falta de instituciones, de la relativización de nuestras ideas (todos hablamos como nos va en la feria), lo que finalmente me dice: tirar al gobierno a base de jitomatazos sólo construirá la dictadura del tomatero.

Quiero resumir lo que he escrito respecto a Arne en dos ideas fundamentales. Uno: Arne tiene una gran voluntad para la transformación de la sociedad mexicana, pero no basta con ello. Dos: Si su radicalismo “dialogara” podríamos construir algo mucho más fuerte: no es el jitomate, la solución está en la raíz.

Más México

Ha llegado el día de la Inauguración del mandato de Donald Trump y comparto lo que pienso.

  1. No sé si es una tragedia o una oportunidad o ambas. Como tragedia puede ser terrible: la obsesión por el muro, por el racismo, la humillación a México, el sabotear a México. Como oportunidad, es claro que el país está tocando fondo y lo que pase será quizá la sacudida que necesitamos.
  2. Es deprimente el estado del Gobierno Federal. Un presidente incapaz, sin visión, corrupción y violencia por doquier, volvimos a las crisis sexenales, la popularidad de Enrique Peña Nieto es de a duras penas 12%. Es indefendible.
  3. ¿Cómo enfrentarnos al monstruo? México jugó ajedrez durante la guerra fría, entendió la geopolítica, fue clave en la Revolución Cubana, la usó como su arma de defensa y de negociación. Esa era una política internacional real. “No soy diplomático, vengo a aprender”; un economista formado en el ITAM y el MIT, lo que prometía bastante, resultó en un irresponsable funcionario que retomó las malas prácticas de gastar más de lo que se tiene y llevó a México a una crisis. Ahora de canciller, su mérito está en el acercamiento con el asesor estrella, y yerno, de Trump. ¿Realmente eso salvará a México del muro, de las deportaciones masivas o simplemente salvará los negocios binacionales de una élite?
  4. Este reto sólo se puede enfrentar con dignidad. La visita de Trump a México durante su campaña, para luego volver a atacarnos en su siguiente discurso, fue indignante. El regreso de Videgaray es la antítesis de la dignidad. Me avergüenzo de mi presidente, me avergüenzo de mi canciller.
  5. Dignidad significa estrategia nacional. El mundo está preocupado por Trump, pero ningún país corre más riesgo que … Estados Unidos. Luego sigue México. Estrategia significa un fortalecimiento del país en el contexto internacional. “Vengo a aprender” es la no política, la no diplomacia, la no estrategia, la no visión.
  6. El eje de las campañas en 2018 tal vez sea de nuevo el ataque, pero tendría que ser la estrategia nacional, las alianzas internacionales, la geopolítica, la nueva independencia pues está claro que en muchos temas México se ha subordinado a Estados Unidos por décadas. Esta crisis en el mediano y largo plazos puede resultar en un México más fuerte.
  7. No creo que el mundo resista una vuelta al proteccionismo, hay demasiadas instituciones que apuntan a la globalización. En el caso mexicano hay que ser recíprocos: elevar aranceles a bienes terminados en Estados Unidos y estudiar cuáles aranceles imponer a insumos para no alterar los precios de los bienes acabados en México, sigamos libres con el resto del mundo. Al final de la historia, Trump será tanto o peor presidente que Ronald Reagan (al que sin embargo adoran): inflación y déficit, en una economía atascada.
  8. Mi pleito no es con Estados Unidos. He conocido americanos maravillosos, tengo familia en Estados Unidos como todos los mexicanos. Los déspotas realmente han sido la excepción aunque suficientemente hirientes para recordarlos por mucho tiempo (un cónsul que, durante mi trámite de visa hace 20 años, me preguntó si ya les íbamos a vender Pemex). Viajaré a Estados Unidos, eventualmente, durante la era Trump; siempre tengo mucho que hacer y ver por allá. No hagamos de la llegada de Trump una vuelta a la guerra fría, cuyas implicaciones nacionales llevaban un mantra: “pinches gringos”. Hay un futuro común, yo no tengo por qué comprar las fobias de Donaldo.

Conclusión, de esta crisis no salimos con cabilderos del perdón, salimos solamente con nuestra esencia. Seamos #MasMexico y paremos el empequeñecimiento que hemos venido labrando no sólo durante el peñismo, sino muchos años atrás: con la violencia, con la corrupción, con las imprudencias (comes y te vas), con la falta de una estrategia geopolítica postguerra fría.

Gasolina cara

Soy de esos que fríamente dice: la gasolina debe ser cara.

El problema está en cómo llegamos a la gasolina cara y para qué llegamos a la gasolina cara.

A nivel nacional lo que yo haría es lo siguiente: despetrolizar las finanzas públicas, pero sí “engasolinarla”. Es decir: que Pemex pague tarifas por extracción de petróleo, pero que en términos generales los ingresos presupuestarios dependan poco de impuestos especiales a Pemex, como ocurría hace algunos años. Se ha avanzado, ciertamente, pero aún hay una alta dependencia.

el-economista

Como los ingresos deben sustituirse por algún lado, me parece que es del lado de los productos terminados donde tendrían que sustituirse. Es decir, cargar menos a Pemex y más al consumidor, dando oportunidad a una mayor eficiencia energética. No olvidemos que un sólo centavo de incremento alcanza a recaudar millones en un día.

Por otro lado, existe un precio óptimo de la gasolina. Como todos los “óptimos” en economía hay una función que encuentra su máximo beneficio en algún punto:

  1. Los derivados del petróleo y el petróleo mismo contaminan, así que la función debe significar algún desestímulo al consumo, a pesar de la inelasticidad del mismo.
  2. Gasolina y diesel sirven al transporte, pero socialmente prefiero su mayor eficiencia, de tal suerte que el precio debe contribuir a un uso predominantemente colectivo de los energéticos y no uno individual, por lo que esta función se traduce en la construcción de estímulos a la eficiencia en la movilidad.
  3. El desarrollo económico. En el mundo, en términos generales, los combustibles caros están relacionados con el desarrollo; claro que la lista está llena de excepciones, pero en términos generales la eficiencia energética contribuye al desarrollo, por lo que la función también debe premiar la eficiencia, aunque un commodity como la gasolina puede llegar a encarecer los mercados y en ese sentido desfavorecer consumo y productividad.
  4. El desarrollo social. Las dos primeras variables tienden a encarecer el precio del combustible, la tercera quizás también pero lo limita. ¿Cuál es el rol de los indicadores de bienestar social como salud, educación, acceso a alimentos, vivienda y bienes básicos? la función no puede menospreciar los impactos sociales de una gasolina cara, pero sí tener en cuenta que más ingresos públicos pueden favorecer una redistribución de la riqueza que beneficie a los pobres.

¿Cómo ponderar esta función? esa es otra discusión, pero sin duda una buena ponderación nos llevará al precio óptimo, el cual asumo será mucho más alto que el actual “post gasolinazo”. De hecho, el precio actual es cercano a los 71 centavos, que una investigación del CIDE determinó como el “impuesto óptimo a la gasolina”. Es decir, la sociedad entró en shock con gasolinas de 15 a 17 pesos cuando su precio óptimo, con base en la ecuación que desarrolló Fausto Hernández Trillo, debería estar alrededor de los 30 pesos.

Todo lo que es abrupto es mucho más difícil de asimilar. Quién se ha llevado mi queso, quién se ha llevado mi galón de gasolina. México venía de varios años de ajustes mensuales al precio de la gasolina. Como el consumo es por decenas de litros, en realidad los ajustes pueden ser de decenas o centenas de centavos, de tal suerte que mantenga una tendencia. Suspender los ajustes mensuales es el gran error, amén de las falsas expectativas que se generaron por una reforma energética pro – privatización. Aún si el precio óptimo fuera de 30 pesos, sería un error gravísimo hacer el ajuste en un solo momento, debería establecerse una estrategia para que, de la mano de los incrementos, se sintieran los beneficios (inversión en transporte público, asistencia social, medidas de mitigación, etc.).

En toda esta historia no deja de ser relevante recordar que quien quitó los ajustes mensuales fue Luís Videgaray, quien ejecuta el aumento a la gasolina es José Meade, que a su vez gestionó ajustes mensuales cuando fue el Secretario de Hacienda de Felipe Calderón, y sirve como cortina de humo al acto verdaderamente indignante: ponerle un canciller a modo a Trump. Luego sumemos que en el Estado de México (elección de gobernador este año) el precio aumentó menos que en otras entidades. El economista del ITAM – MIT, Videgaray, no actúa como economista, ha intentado actuar como político de la forma más burda y se ha convertido en el peor Secretario de Hacienda de las últimas cuatro décadas, independientemente de las adversidades internacionales: déficit presupuestal, inflación (todavía no llega pero ahí viene), devaluación, crisis y convulsión social. Al final de cuentas este cambio abrupto en el precio de las gasolinas es tan carente de estrategia que no se alcanza a rescatar un beneficio social.

Yo creo en la sinceridad del ejercicio público. Esta obsesión por decir que los precios deben bajar (gasolina, electricidad, gas, leche, huevo, transporte público, impuestos) sólo pospone las crisis, pero al final de cuentas es la causante. Hay que poner sobre la mesa la necesidad de un precio óptimo de la gasolina y una ruta para alcanzarlo. Hay que poner sobre la mesa un gran salto adelante en la gestión del transporte público en las grandes ciudades mexicanas que se financie con los impuestos a la gasolina. Hay que poner sobre la mesa la opción de despetrolizar las finanzas públicas pero incrementar el gasto social por la vía de los impuestos a la gasolina. Y hay muchos otros tragos amargos que hay que poner sobre la mesa, así sea impopular, porque lo menos popular de la historia será siempre la crisis.